Para centrarse y hablar de los ideales
de belleza de la sociedad primero me voy a centrar en el arte.
Cuando vosotros os intentáis imaginar
una cosa bella… ¿qué se os viene a la mente? Algunos se imaginarán al David de Miguel Ángel; otros optarán por
El nacimiento de Venus de Botticelli.
Pero, seguramente, muy pocas personas han pensado en Las tres gracias de Rubens o en las pinturas de Botero. Aun así son
obras de arte… ¿por qué?: por ser originales, por ser de un lugar geográfico
determinado, por la época en la que fueron compuestas o, por supuesto, por lo
que transmiten dichas obras al receptor.
Entonces, tendríamos que preguntarnos:
¿por qué hay tanta diferencia respecto al ideal de belleza de la sociedad? De
momento vamos a fijarnos en estas obras de arte para darnos cuenta del porqué
de su modo de composición y, obviamente, del resultado.
El David
de Miguel Ángel, ¿qué creéis que tiene para ser tan admirado? La escultura
representa a un rey David justo antes del enfrentamiento con Goliat, el
gigante. Nos muestra la figura de un hombre desnudo, con mirada penetrante,
tensión corporal y muscular. Sobre todo ha sido muy comentada porque representa la
proporcionalidad perfecta del cuerpo humano según el canon clásico (en el que
la cabeza tiene que ser una octava parte del cuerpo). Con lo cual, vemos en
esta escultura la perfección de los ideales renacentistas sobre la belleza
masculina. ¿Solamente por eso es algo bello? No. En la mano derecha lleva una
piedra y en la mano izquierda una honda. Todos los rasgos convierten a la
escultura en un símbolo de la libertad de la República florentina: ellos
veían una belleza física, social e ideológica.
Las
tres gracias de Rubens nos ofrece una belleza muy diferente. Este cuadro
muestra a tres mujeres de cuerpos bastante voluptuosos. Como ya he mencionado
antes, vemos una gran composición que va en contra de la belleza clásica que,
por ejemplo, sí que seguía Miguel Ángel. Estas formas corpulentas formaban
parte del ideal de belleza barroco. Detrás de todas estas cuestiones físicas
podemos apreciar a las tres hijas de Zeus. En todas las descripciones
mitológicas se las presentaba como mujeres desnudas y entrelazadas por los
hombros. Esto hacía que aquellas representaran el regocijo, la felicidad y la
belleza. Curiosamente, siempre en el arte se han representado como tres
doncellas delgadas y bailando en círculo. Esto nos demuestra que más allá del
canon de belleza de cada época podemos ver una simbología común.
Otro de los artistas más polémicos en
cuanto a sus obras es Botero. Es famoso por sus pinturas de personas rechonchas
y con muchos volúmenes. ¿Podríamos asociarlo a que en Latinoamérica “se llevan”
más las curvas en las mujeres? Eso ya podría formar parte de una libertad de
interpretaciones. La interpretación de Botero sobre su propia obra la tenemos
en una entrevista que concedió en el Bellas Artes de Bilbao:
“Yo no pinto gordas. No he pintado una
gorda en mi vida. Lo que he hecho es expresar el volumen como parte de la
sensualidad. No hay comentarios sobre la gordura o flacura en mis cuadros, sino
que solamente es un deseo de estilo de intentar dar al volumen un protagonismo
muy grande que ha marcado mi trabajo”.
Él dice que cuando pinta algo quiere que
sea monumental; quiere exaltar su forma. Entonces, ¿por qué nosotros vemos
mujeres gordas? Él no ve una mujer gorda, pero nosotros sí… ¿por qué?
Y la cuarta obra de arte que he mencionado
y que, personalmente, es una de mis favoritas es El nacimiento de Venus de Botticelli. Todos podemos observar a
Venus radiante y llena de vitalidad. Está desnuda. Anteriormente solo se
representaba a una mujer desnuda: a Eva. Aunque entonces el significado era muy
distinto porque era señal de vergüenza por el pecado original. Pero en esta
obra muestra lo opuesto viéndose una armonía entre la mente y el cuerpo. La Venus
montada en una concha representa el acto mismo de la encarnación, es decir, que
alegóricamente refleja el misterio de nuestro nacimiento, pero refiriéndose a
un renacimiento a la vida por el Bautismo del cristiano. Es hermosa y eso no se
puede dudar… pero con toda la carga simbólica que contiene este cuadro, ¿qué
creéis que quería expresar Botticelli? Aparte del reconocimiento de su
hermosura proveniente de otro mundo que nunca podríamos entender, se encuentra
la unión del cuerpo y del alma en un ser por el Bautismo cristiano.
Respecto a este tema y a esta obra en
concreto encontré el otro día una noticia en internet. Una modelo y diseñadora
gráfica ha iniciado un proyecto mediante el cual se retocan con Photoshop las “Venus”
más famosas de la historia del arte convirtiéndolas en modelos actuales. Es una
manera de comparar las formas con volumen de las obras de arte con la belleza
huesuda de las portadas de las revistas femeninas de la actualidad.
Evidentemente esta noticia y, en concreto, este proyecto intenta que las
mujeres dejen de correr tras un ideal de belleza que no es real, sino ficticio.
Estas son las palabras de esta joven:
“Trabajo como modelo, así que conozco bien
todas las dinámicas de postproducción, aparte trabajo también como diseñadora
gráfica, así que utilizo Photoshop todos los días y las mismas dinámicas que
veo aplicadas sobre mí en algunas fotografías, las aplico yo en otras personas.
A menudo encuentro mis fotografías demasiado modificadas, yo la primera, como
protagonista de aquellas fotos, no me siento yo misma. El hecho de vivirlo
sobre mí me lleva aún más a decir ¡atención! cuidado con lo que hacemos,
cuidado con la percepción de nuestro cuerpo. Quizás si no posara y no conociera, no se me hubiese
ocurrido desarrollar un proyecto así”.
El ideal de belleza cambia según la época,
pero eso no evita que actualmente se caiga en el encanto hacia la excesiva
delgadez de una persona.
Este cambio según la época podemos verlo
claramente en el ideal de belleza de los años 50, Marilyn Monroe. Ella ocupaba
la cumbre del mito erótico de la sociedad en esa época. Era una mujer, como dirían
muchos, con curvas. ¿Alguna vez os habéis preguntado qué talla de pantalón
usaba Marilyn Monroe? No usaba ni una 38, ni una 40, ni siquiera una 42… Dicen
que usaba nada más y nada menos que una 44. Por cierto, respecto a las tallas
de pantalón y como consejo a las tiendas de ropa: no sé vosotros, pero yo
cuando entro a una tienda a mirar pantalones muchas veces solo encuentro tallas
de la 34 a la 40… ¿No será porque la mayoría de personas usan una talla superior
a la 40 y se agotan las existencias? Se ve que no se han dado cuenta.
Pero siguiendo con el tema, la sociedad
pensaba que ella “estaba buena”, pero ahora mucha gente diría que está gorda…
¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo hemos llegado, de verdad a hacer daño a
la gente con este tema? Porque creo que he de recordar la multitud de
enfermedades y problemas tanto físicos como psicológicos que sufre la gente por
menospreciaciones. El verdadero problema es que el canon de belleza que exigimos
no existe. Somos fans de una máscara que tras un retoque de Photoshop o cinco
kilos de maquillaje no existe. No existe ese cuerpazo de las revistas, esas
caras tersas por las cremas milagrosas… Hay que despertar de esa visión tan
equivocada de la realidad. Estamos intentando crear una legión de clones que
sigan modas y tendencias sin darnos cuenta de que estamos haciendo daño a
muchas personas.
Las palabras tienen mucho poder para todos
y hay muchas personas que por insultos y por no gustarle a los demás dejan de
comer, vomitan o, incluso, se autolesionan. Así como la anorexia, la bulimia,
la sadoraxia y, en algunos casos extremos, el suicidio.
Para finalizar quiero que quede claro que
lo que de verdad importa es la simbología, lo interior, la esencia… Que no
menospreciemos a nadie por no ser perfecto porque ninguno lo somos. Cada
persona es distinta y precisamente eso es lo que nos hace bellos.
Me ha gustado mucho tu artículo Raquel, estoy bastante –por no decir muy ; )– de acuerdo contigo. Sólo me gustaría remarcar un aspecto sobre la moda, y es que ha ido mutando al cabo de los años.
ResponderEliminarSin ser historiador ni nada por el estilo, me gustaría entrar en debate sanote, porque el tema que planteas, como dices, es muy interesante.
Empezaré comentando que siglos atrás las mujeres más atractivas eran las que tenían curvas, porque ese detalle era un elemento visible que se asociaba a la buena salud. Un claro ejemplo de eso es el canon greco-romano, como mencionas, con esos cuerpos esculpidos con redonces que a mi, como hombre, siempre me han parecido preciosos. Aquí, creo, que también entra un cambio de mentalidad que fue pasándose desde los albores de la humanidad. Hubo épocas de la historia en que la sociedad era claramente Matriarcal, antiguamente era la mujer la que representaba a la diosa madre, la dadora de vida. Pero luego pasó a ser claramente Patriarcal, relegando ese poder mágico de la mujer al olvido –todo explicado a mi manera, jeje, sin ser experto–. Y el arte mutó en consecuencia, como siempre hace. Y si muta el arte, también lo hace la moda.
Otro ejemplo, el precioso bronceado que a todos nos gusta lucir en verano. Antiguamente, el canon de belleza exigía –o casi– que la belleza fuera pálida, porque la gente de tez morena solían ser los campesinos/plebeyos/pobres que trabajaban en el campo de sol a sol. Los nobles, en cambio, tenían la tez tan blanca como la nieve; es curioso, pero por ese y varios motivos salió el mito del príncipe azul. Cuando la piel es tan clara, las venas se marcan más.
Otra cosa que hacían las nobles medievales, aunque creo que esa costumbre ya se hacía en la Roma de los romanos –perdón por la redundancia, jeje– era meterse gotas de belladona en los párpados, para dilatar las pupilas y así parecer atractivas a los hombres. Huelga decir que más de una se pasaría con la dosis, hasta palmarla con una intoxicación dolorosa.
Y creo que me estoy enrrollando como una persiana, por no decir que seguro, he metido algún gazapo. Me despido con tu último párrafo, que me encanta:
"Para finalizar quiero que quede claro que lo que de verdad importa es la simbología, lo interior, la esencia… Que no menospreciemos a nadie por no ser perfecto porque ninguno lo somos. Cada persona es distinta y precisamente eso es lo que nos hace bellos". ; )
Sí, efectivamente todas las cuestiones de la tez morena y la piel más blanca las sabía de oídas porque soy una chica a la que le gusta saber cosas (aparte de que la curiosidad es una de las mayores cualidades del ser humano en mi opinión). Lo del príncipe azul no lo sabía, pero la verdad es que como digo yo: "nunca te acostarás sin saber algo nuevo".
EliminarMuchas gracias y me alegro de que te haya gustado mi reflexión y, sobre todo, mi párrafo final :)
Y tanto rollo para olvidarme poner que creo que las modas son mentales, siempre han estado ahí y en muchas ocasiones ha demostrado ser incoherentes e innecesarias, hasta tóxicas, es verdad. Ya sí, lo dejo, jaja, que se me va la pinza ; )
ResponderEliminarHola Ramón, las modas al ser una construcción social, es decir, que nace de la interacción del ser humano con el mundo, pues dependen de su creador y por ello muchas de ellas pueden resultar tóxicas o extremas, pero también es debido a que mucha gente se deja hipnotizar por ellas. Luego también existen modas buenas que nos gustan y que en cierto modo creo que seguimos. Pero lo más importante es ser uno mismo y tener tu propio estilo, porque la "moda" al fin y al cabo surge de imitar a alguien y de extenderse su uso. Un saludo y abrazo también para Raquel, este comentario también es para ti.
EliminarClaro que son tóxicas, pero eso casi siempre excepto alguna cosa. Y, Sergio, tienes razón en el sentido de que es una construcción social. Si no hubiera una interacción del ser humano no existirían esas modas.
EliminarUn saludo y me alegro de verdad que os haya gustado la publicación :)