Las
04:36 a.m. marcaba el despertador de Pedro. No podía dejar de dar vueltas a la
cabeza. Se preguntaba una y otra vez cómo había sido capaz de hacer una cosa
así. Otra media vuelta y allí estaba esa belleza sureña que había conocido hace
una semana en el bar Stacey’s.
Pedro
no sabía cómo manejar esa situación. Se levantó de la cama y caminó hacia el
baño. Se miró al espejo y vio sus grandes ojos verdes bastante cansados. Agachó
un poco la cabeza, abrió el grifo de agua fría y se frotó el rostro con viveza.
Puede que así lograse despertar de este mal sueño, pero pronto se dio cuenta de
que lo que parecía un sueño era, en realidad, una horrible pesadilla. Pedro
sabía perfectamente que esto lo iba a arrastrar durante el resto de su vida,
pero ya no había marcha atrás.
De
repente, como un halo apareció esa joven despampanante que minutos antes dormía
a su lado tras una larga noche de placeres. Su rostro también se veía cansado
pero sus ojos azules no podían dejar de brillar en la inmensidad de la sala.
-¿Y esa cara de cansancio? – le preguntó Laura a la
vez que le acariciaba la cabeza suavemente.
-No sé… He tenido una pesadilla y me he despertado
bastante mal – contestó no muy convencido Pedro.
Laura había
notado algo extraño en su mirada pero no quiso decírselo. Sabía que Pedro tenía
muy mal humor cuando se despertaba en la madrugada. De lo poco que lo conocía
eso le había pasado bastantes veces y empezaba a ser algo preocupante.
Se quitó el
camisón de raso morado y se metió en la ducha para refrescarse, ya que era una
noche bastante calurosa. Pero sin más preámbulos sintió las manos de Pedro en
su cintura y sus besos en el cuello. Bajo el agua empezaron a besarse y esa
noche que parecía interminable finalmente sería bastante placentera y amena.
A Laura le
gustaba la entrega de Pedro. Le gustaba sentir su poder. Muchos hombres habían
pasado por su vida, pero casi todos ellos buscaban la vía fácil, el consuelo
propio. Pedro en cambio se esmeraba en proporcionarle algo más; lo hizo esa
semana. No la “usaba” como el resto. Pedro era el único que la había respetado;
y eso, no podía negarlo, le daba muy mala espina.
Pensaba en todo cuando
desde el baño de la habitación, todavía desnuda por completo y con el rabillo
del ojo, veía que Pedro se había dormido encima de la cama. Laura, realmente,
no quería saber la verdad, no necesitaba encontrarse de repente con la vida y
los problemas de Pedro. Sólo quería que aquello durase y se tumbó a su lado
durmiéndose también.
Habría pasado
como una hora, y Pedro de nuevo se convulsionó y comenzó a agitarse. Ella no
quiso darle importancia y puso la mano sobre el pecho de él. Entonces, como en
un arrebato, Pedro la agarró por la muñeca muy fuerte, tanto que Laura sintió
el dolor.
-Me haces daño – le dijo.
-Calla, será mejor así – respondió Pedro, casi
totalmente fuera de sí.
En un momento
fueron las dos manos de Laura, las que estaban agarradas fuertemente por la
izquierda de Pedro, mientras que con la derecha le presionaba el cuello
impidiéndole respirar. La muchacha pataleó y se intentó zafar de él, pero Pedro
había conseguido usar su propio peso para inmovilizarla.
Quiso gritar,
alertar a todo el hotel, pero la presión sobre su cuello se lo impidió. Las
lágrimas resbalaban a chorros por sus mejillas y sus ojos abiertos de par en par
parecían preguntar “¿por qué?”. Un par de minutos después, la resistencia de
Laura se acabó y tras unos cuantos espasmos cortos y muy seguidos, la belleza
sureña del Stacey’s yacía muerta
entre las manos de Pedro.
Con la serenidad
de un profesional, Pedro lo ordenó todo y arropó el cuerpo de Laura. Hizo su
maleta y salió del hotel. En el coche activó el sistema de manos libres y el
teléfono empezó a sonar:
-Hola, Pedro, mi vida. ¿Qué tal el congreso? – la
voz de Ana, su mujer, al otro lado era dulce y confiada.
-Hola, cariño. Como siempre… aburrido, pero ya estoy
de vuelta. ¿Y los niños? – respondió Pedro como si nada.
-En el colegio. María está un poco resfriada y Lucas
tiene hoy su primer examen. ¿Cuándo llegas?
-Por la tarde.
Y colgó sin dar
tiempo para contestar más a Ana. Echó un vistazo al ordenador de a bordo; tardaría
cinco horas en llegar a casa y no tendría que repostar.
A media mañana,
el sargento Conesa identificaba el cuerpo de Laura en el hotel. La vida seguía,
pero el Stacey’s se había cobrado una
víctima más.
Para mí este ha sido el mejor relato de los que llevas escrito, me ha impactado mucho. Un abrazo, sigue así.
ResponderEliminarMuchas gracias :)
EliminarUn saludo!
Muy buen relato, mantiene el interés desde el principio y resulta interesante justo hasta el final, en el que pasa a ser sorprendente. Me ha gustado mucho!
ResponderEliminarUn saludo, Rachel!!
Muchas gracias por leer el relato y me alegro de que te haya gustado :)
EliminarUn saludo Julia!
Vaya forma de zanjar la infidelidad que ha tenido Pedro, de auténtico psicópata, sobretodo teniendo en cuenta la frialdad con la que actuó al final del todo. No estaría mal que sus huellas siguieran en el cuerpo de Laura, le darían con el tiempo una invitación a un congreso entre rejas :P
ResponderEliminar¡Un saludo!
Totalmente psicópata y con un trauma tremendo detrás. Esto puede que forme parte de un proyecto más grande, al igual que puede serlo la entrada La especialidad de la casa. La verdad es que está relacionado de alguna manera. Y sí, no estaría nada mal, pero ya veremos como se desenvuelve Pedro en esa situación.
EliminarUn saludo :)
Hola!!!! Me ha gustado mucho el relato, el desenlace me ha encantado aunque opino como José Carlos García, estaría genial que sus huellas siguieran en el cuerpo de Laura. A ver que pasa.
ResponderEliminarBesos.
Buenas :)
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado. Estaría genial y puede que ese final abierto acabe por cerrarse, quien sabe. Y como ya le he dicho a José Carlos tiene algo de relación con el relato La especialidad de la casa, de este blog también.
Un beso!
Me atrae mucho la frialdad psicópata del protagonista. Sería un personaje muy interesante si lo desarrollases más en otros relatos.
ResponderEliminarSabía que te atraería el psicópata ;)
EliminarEste relato lo pensé como parte de un todo que he empezado a hilar con otra entrada de este blog. Eso sí, ya lo iré haciendo tranquilamente porque con el máster ahora ya nada...