Relato escrito
para el concurso de El círculo de escritores: Relatos de cowboys (El
Extraordinario Oeste).
Las fuertes lluvias primaverales dieron paso por fin al verano. El viento
seco de Arizona golpeaba con dureza aquella mañana las calles de Conrad Valley.
En las ventanas la ropa tendida parecía que quería volar; era mecida por aquel
fuego invisible que presagiaba la alteración de la paz de un pueblo tranquilo. Un
tren de Chicago arribó justo a las 12 del mediodía. La columna de humo de su
vieja locomotora se hacía visible mucho antes. Los viajeros buscaban su
equipaje como poseídos, mientras que Bill parecía ir automáticamente a su
destino sin detenerse en nada de lo que le rodeara.
Cuando arrastrado por el diablo llega al medio de la calle, Bill sabía que
el saloon le daría la información que iba buscando. Se dirigió allí con
la viveza de un cazarrecompensas, y al ir a cruzar las puertas batientes se
cruzó con dos tipos que lo miraron de arriba a abajo.
-¿Alguien ha visto a John Klein? Sé que está aquí y vuestro sheriff
también. Él me ha mandado llamar.
Todo el saloon se quedó en silencio mientras Bill observaba a todos
y cada uno de los presentes buscando una mirada cómplice que le dijera donde se
encontraba el forajido. Como nadie soltaba prenda el asustado barman le
valió como cebo, y colocando el cañón de su colt sobre su sudorosa frente
exclamó:
-Si calláis
tendréis que buscar un nuevo barman.
Bajando la escalera, de la nada, apareció John Klein exclamando:
-Deja tranquilo
a Luke. Esto es entre tú y yo.
La escena de los dos hombres enfrentados y moviendo vertiginosamente sus
dedos no era nueva para nadie en Conrad Valley, por lo que todos esperaban el
sonido estridente de los disparos. Instantes después el cuerpo de John se
desplomó cayendo dentro del abrevadero. Con una torpe
carrera llegó el sheriff, que tras ver el tumulto descubrió la escena.
-Un trato es un
trato. Dijo que me adelantaría la recompensa si acababa con él, sheriff. Deme
el dinero y un par de caballos y yo lo llevaré a Stare Valley.
Cogiendo a John del abrevadero, Bill lo subió y ató a uno de los caballos
mientras el sheriff le daba la bolsa con el dinero. De un salto, el
cazarrecompensas ocupó la silla del otro caballo y cabalgando se perdieron por
la calle principal.
A dos millas de Conrad Valley, Bill detuvo a los caballos y pegó un trago a
la cantimplora vaciándola después sobre la cara de John, que asustado hizo
aspavientos.
-¿Tanto te
gusta estar muerto que te has dormido?
-Desátame,
maldito bastardo, o juro que el muerto serás tú.
Al desatarlo los dos se dieron un abrazo y John dice:
-Hermano, creí
que no vendrías.
- ¿Y no sacarle
unos cuantos dólares a ese incompetente que tienen ahí por sheriff? ¡Estaría
loco!
Los dos se fueron y Conrad Valley se fue a dormir con
el mismo viento de fuego en la ropa tendida en sus ventanas y siguió su vida
con normalidad; todos excepto el sheriff al que han timado y encima ha dejado
no a uno sino a dos forajidos sueltos.
A pesar de que te ha costado algunos quebraderos de cabeza publicar esta entrada (y lo sé, aún así no estás contenta con la letra), es un buen relato de vaqueros con esa revelación final. Así que ánimo y sigue así :)
ResponderEliminar¡Un beso!
Muchas gracias José Carlos. Me alegro de que te haya gustado :)
EliminarUn beso!
Un micro Far West que se disfruta como el visionado de un cortometraje, con imágenes claras y con un guión estupendo, portador de una trama audaz y de sorprendente desenlace.
ResponderEliminarMuy bueno, Rachel.
¡Saludos, Forajida Wheel! ;)
Muchas gracias por leerme y comentarme Edgar :)
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un saludo y un abrazo enorme!
Me ha gustado mucho Raquel, incluso a pesar de los problemas que te ha dado la tipografía ;P, y el final me parece sorprendente ; )
ResponderEliminarMuchas gracias :) Me alegro mucho de que te haya gustado. Echaba de menos ya tus comentarios !!
EliminarGracias a tu visita a mi blog, me paso por aquí para conocer el tuyo y poder leer este relato tuyo del que no sabía su existencia.
ResponderEliminarMe alegro de haberlo hecho y conocerte
besos
No hay de qué y muchas gracias por pasarte. Espero que te haya gustado.
EliminarEncantada. Un beso!
Esta es mi primera visita a tu blog, y debo decir queme ha gustado mucho cómo escribes, así que no será la última :)
ResponderEliminarRespecto a este relato del Oeste, le das un buen giro al argumento al final. Me has sorprendido!
Pobre sheriff timado, quizás así la próxima vez se encargue del trabajo él mismo, como debiera ser :P
Un beso!!
Me alegro mucho de que te haya gustado pasarte por mi blog :) Yo también me pasaré por el tuyo este fin de semana!
EliminarEl sheriff es un poco vago y un tanto inocente, por no decir otra cosa.
Un beso :)
Hola rachel soy tu amigo de skype fernando de argentina saludos espero que me enseñes a escribir como vos saludos.mandame un mensaje.
ResponderEliminarJajajaajaja Algún día te enseñaré!
EliminarUn saludo :)